El Long Island Iced Tea es la ilusión óptica más famosa de la coctelería mundial: parece un inocente té helado, pero no lleva ni una sola hoja de té. Nacido en el Oak Beach Inn de Nueva York, este trago es una obra maestra de la alquimia: logra mezclar cinco licores blancos diferentes sin que el resultado sea un caos, sino una bebida peligrosamente fácil de beber.
Aunque tiene fama de «peligroso» por su alta graduación, un Long Island bien hecho no busca tumbarte, sino demostrar que el equilibrio perfecto existe. Es fresco, cítrico y con un final dulce que engaña al paladar más experto. Si buscas un trago largo (Highball) con carácter y complejidad, este es el rey indiscutible.
La Selección de Licores
Aquí está el secreto que marca la diferencia entre un cóctel delicioso y dolor de cabeza: la calidad del destilado. Al llevar tanta variedad, usar marcas baratas es un crimen.
Para que la mezcla sea sedosa, mi recomendación profesional es usar una base limpia: Ron Blanco Bacardí y un Vodka neutro como Absolut. Para los botánicos, nada supera a una Ginebra Tanqueray. El toque de agave debe ser suave, así que puedes optar por Tequila Don Julio o Patrón Silver si tu presupuesto es más ajustado. Y el Cointreau es innegociable para ese perfil cítrico real.
El Truco de la «Mancha» de Cola
Mucha gente arruina este trago ahogándolo en refresco. El bartender profesional sabe que la Coca-Cola es solo para dar color (ese tono ámbar de té). Es apenas un «splash» al final. La verdadera magia ocurre entre el limón fresco y los licores; la cola es solo el maquillaje.